LA HISTORIA DE LA PAJA TOQUILLA
EL SOMBRERO CONOCIDO COMO PANAMA HAT TIENE SIGLOS DE EXISTENCIA
La historia de la paja toquilla es conocida desde las culturas prehispánicas de América. Se tiene constancia del uso de la misma en la elaboración de una versión de sombrero seguramente para protegerse del sol y de los rigores del clima en algunas culturas prehispánicas del Ecuador como la Manteña, Milagro-Quevedo, Bahía, Jama-Coaque, Guangala y Chorrera por los figurines zoomorfos que los representan.
Sin embargo, los pueblos precolombinos tomaban a la toquilla (Carludovica Palmata) así como a otros tipos de palmas, como una planta de uso diario. Específicamente para elaborar cestas para la recolección de frutos y la creación de trampas de pesca y caza. Además, las utilizaban en la construcción de sus refugios, como cubiertas de sus estructuras, procesos de ingeniería que la podemos ver hasta el día de hoy.
Con la llegada de los españoles, hubo una simbiosis de conocimientos y cultura. En 1630, el indígena Domingo Chóez conjugó la técnica de tejido y la materia prima con los modelos de los sombreros que los españoles traían. Es así como nace la estética de un sombrero icónico para el mundo. La actividad toquillera se establece con mayor fuerza en el siglo XVII, cuando la producción de algodón tiene un declive y los europeos demandan el sombrero de paja como un producto sustituto más liviano que el de paño y pudieran ser guardados en los bolsillos.
La planta herbácea toquilla o Jipijapa, siendo éste último el lugar de donde surgen los sombreros de paja, no es en realidad una palma pero está relacionada con el grupo de las Espatifloras.
A finales del siglo XVIII (1798) e inicios de la República, botánicos del Jardín Real de Madrid, bautizan a esta planta como Carludovica Palmata, en honor a Carlos IV y su esposa María Luis de Parma.