EL SOMBRERO ECUATORIANO SE INTERNACIONALIZA
LA EXPORTACIÓN DEL SOMBRERO DE PAJA TOQUILLA LLEGÓ A SUPERAR A PRODUCTOS ESTRELLA COMO EL CACAO
La elaboración de los sombreros de toquilla de Jipijapa y Montecristi (Manabí), fue una fuente de desarrollo económico, político, cultural y social para los pueblos de la costa de Ecuador. A finales del siglo XVIII, el sombrero ecuatoriano se internacionaliza con la exportación en barco a Colombia, Perú y Chile.
En 1849 Manuel Alfaro, comerciante español, lleva cientos de miles de sombreros a Panamá fortaleciendo el comercio hacia Norteamérica. Manabí deja de ser el único punto de elaboración de los sombreros, la producción interna también se expande hacia Azuay y Cañar. Cuenca se establece como otro centro de elaboración de esta artesanía, en lo que la época se conoció como el “boom toquillero”.
En base a archivos históricos, el auge exportador de sombreros ocasionó una etapa de riqueza económica. Entre los años 1854 y 1855, la exportación de sombreros de paja toquilla superó a otros productos relevantes para la economía como lo era el cacao. Se exportaron desde el Puerto de Guayaquil 500.000 sombreros, siendo Europa y Estados Unidos los principales demandantes de este producto que fue promovido en la famosa Exposición Universal de París.
Años más tarde, Eloy Alfaro, heredó el negocio familiar gracias al cual ayudó a financiar su Revolución Liberal con la exportación de estos sombreros.
Sin embargo, el gran salto a escala mundial del sombrero de paja toquilla, llega con la construcción del Canal de Panamá generando gran demanda de este producto, para que los obreros pudieran protegerse del sol. Se hace popular y se convierte en una prenda muy aceptada por figuras políticas y del espectáculo, provocando una tendencia de moda en aquella época.